02 mayo 2007

Dentro del cuadro


Lo que hizo Sokurov en "Madre e Hijo" es realmente asombroso, y diría que hasta virtuoso porque se trata de una historia muy pequeña y sencilla pero con un tratamiento visual de lo más pictorico que ví en mi vida y que le da toda la grandesa a la que una obra pueda aspirar.
(Si Sokurov leyera esto se moriría de la risa)

Comienza con un plano fijo que debe durar 5 minutos... nunca tomé el tiempo, y en ese cuadro vemos al hijo que habla, se mueve, y recién la final podemos ver que su madre está acostada, con su cuerpo casi en extinsión y que ni siquiera vemos que respira.
Lo extraño de experimentar la muerte cercana del ser que te dió la vida está en esa imagen deformada por el uso de lentes anamorficas y con extraños matices borroneados como por un dedo sobre una pintura fresca. O mejor aún como si hubiesemos tomado una pintura recién hecha y la pasasemos por agua. Quizas las lagrimas internas del hijo que se despide.
Creo que es más que nada en los paisajes inmensos e infinitos donde más se explota la imagen de pintura china, el hijo, solo o con su madre, recorre esos campos torcidos y verdes que parecen más atormentados que el propio hijo por la muerte segura que lo acompaña en su madre.
Como una sensación surreal de desprenderse de una madre. Se que parece que hablo de la película más triste del mundo, si embargo su poeía se destaca no por el dramatismo sino por una relación tan intima y cercana como la que hay entre su hijo y su madre.
No se si tiene mucha coherencia todo esto, es que es uan película hermosa que hay que sentirla.